Un pétalo de flores de cerezo cae en un estanque, alguien alarga su mano e intenta agarrarla. Pero una pequeña brisa de viento hace que se aleje. El movimiento del agua desplaza el pétalo, hasta que se queda parado en el medio del estanque. Aquella persona se alzó y fijo su mirada en el aquel pétalo... perdido en la mitad de aquellas aguas tranquilas. El pequeño viento cesó mientras tragaba lentamente saliva. Apretaba los puños, conteniendo rabia en sus huesos. No podía dejar de mirar aquel pétalo.
Pasaron unos segundo y su mirada no se movía, el viento volvió a alzarse y este provoco una lluvia de pétalos, todos cayeron en el estanque, surcaban aquella nítida agua. Los pétalos chocaban entre si, pero su mirada seguía inmóvil, tenía un gran número de pétalos a su alcance cerca de la orilla, pero su mirada parecía solo ver aquel pétalo... perdido en medio del estanque.
Fuera de su alcance.
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