PD: Este texto no esta acabado:
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Llama 6
El
sol, nació por el este, alzándose entre unas delicadas nubes en el
alba, caminando lentamente sobre el mar, surcando la costa, alzando
la brisa, alimentando las plantas, flores, árboles… llamando con
calidez a los ojos de un águila, que descansaba en un acantilado.
Adentrándose en la tierra, penetrando ventanas, llegando al mar de
calma de cada hogar. Abrazándoles en su descanso, dándole la misma
calidez que una madre, brinda a sus hijos. Dando a los ojos, el poder
de discernir los objetos, y tener, así, la guía de su destino.
Un
joven muchacho, se haya despierto antes del nacimiento del nuevo día.
Era joven, no tendría mas de 23 años, su pelo era largo y negro
como las tinieblas que asesinaba la luz. Sus
ojos eran marrones, piel morena, una barba de un par de días de
vida. Sus ojos, se hallaban perdidos en un mar de ternura, observando
a la mujer que se encontraba a su vera. Dicho ser, poseía el pelo
completamente rojo, como si un mar de llamas abrasaran su cabeza, el pelo era rizado y completamente precioso, este moría aplastado por su cabeza sobre la almohada, sus
mejillas eran redonditas y desde una de ellas, pasando por la nariz,
hasta perecer en la otra tenía un océano de pecas en su tenue
rostro, una barbilla pequeña y delicada. Abrió lentamente los ojos,
unos ojos marrones, como la densa tierra de un campo por cultivar.
-Buenos
días… -y el chico acerco su rostro, al oído de la chica-
princesa.
-Buenos
días tonto. –Sonrió ella calidamente y besó su mejilla-.
-¿Como
ha dormido su eminencia? –Continúo susurrándole al oído-.
-Pues
reposando mi cabeza en tu pecho, y arropada en tus brazos. Así que
dime. ¿Cómo crees que he dormido? –Le pregunto con una sonrisa-.
-Pues,
supongo que muy mal, ya que mi pecho y mis brazos no son cómodos.
-Tonto.
–Le reprocho ella con una gran sonrisa y una pequeña palmada en su
hombro-.
Sus
ojos rebosaban un mar de felicidad, sus miradas se volvían tiernas,
mientras se apagaban al unir sus cabezas, uniéndose en un único ser al consumarse un beso calido, tierno, arropando con su mano el cuello de ella,
danzando las lenguas en un baile de pasión. Sus almas eran una, al
lado del otro habían encontrado la felicidad que sus corazones
anhelaban desde que nacieron en lugares diferentes. Poco a poco, una
lágrima recorría la mejilla de la chica. El, con una mano seco
dicha lágrima con sus dedos, acariciando su mejilla.
-¿Qué
te pasa?
-¿No
es obvio? Cada vez vienen a por ti más seres de esos. No se cuando
tiempo mas podremos estar juntos. Y me destroza la idea… de
perderte.
-Tranquila,
venga relájate, sabes que estoy aquí para cuidarte, darte cobijo
cuando la lluvia de los problemas quiera bañarte. Siempre tendrás
este sombro para apoyarte y contar lo que te pase, estas manos para
secar tus lágrimas, un río que te de paz y desconecte de todo, y
sobre todo, quiero ser esa adrenalina, que recorra tu cuerpo cuando
estas feliz.
-Lo
se, todo eso, me lo das, y mucho mas aún, haces demasiado por mi. No
eres tu el problema si nos yo… yo y mi miedo, a que ellos se salgan
con la suya.
-No
se saldrán, te lo prometo, si nos separan, ten por segura que te iré
a buscar haya donde estés.
-Tus
palabras son tan calidas como un abrazo. Tan seguras como cualquier
muro. Nunca nadie me hizo sentirme tan cómoda, segura, tranquila…
y pensar que tuvo que venir alguien así para darme todo esto. –
Ella empezó a rodear su cuerpo con sus brazos, dejando caer la
cabeza en su pecho – Cuando lo nuestro empezó y me contastés eso,
pensé que era irreal, pero ahora que ya lo siento en mi carne… no
comprendo por que no quieren que vivas la vida que tu elijas.
-Por
que así es ese mundo.
-Entonces
abra que cambiarlo. –Alzo ella la vista uniendo sus miradas-.
-Lo
cambiare para ti.
-No
es por mi sola cariño, nadie se merece vivir una vida que no
quiere.
La
mujer salio lentamente de la cama, con su cuerpo mudo siendo
alumbrado por los destellos del amanecer, su cuerpo danzaba en
silencio hacía la ventana, arropada por la brisa del alba en su
piel. Abrió la ventana, dejando entrar la gracia de la vida adentro.
Sintió como los brazos del chico arropaban su cadera, como colocaba
su rostro en su cuello y lo beso tiernamente. Ella cerraba lentamente
los ojos, con una sonrisa en su rostro, mientras con su mano le
deshacía el pelo a el..."
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