jueves, 9 de mayo de 2013

El despertar del Daimon.

La espesura de la niebla era densa, la fría piedra vivía siglos sin recibir el calor del sol, dentro de aquella perdida cueva. Las gotas cae entre las grietas, formando leves charcos, que se desangraban con pequeños hilos de este liquido, que recorren los confines de la cueva, donde esta perecía. El tiempo pasaba, los siglos transcurrían, las piedras se desgastaban... y en un instante, el silencio fue cortado, la tensión baño la niebla y... el sonido de unos pies, golpear el agua, cortaron cada nota de silencio que se vivió previamente.

El sol brillaba con fuerza, repleto de esperanza. El viento era suave, delicado, como una pequeña brisa que arropaba la vida con ternura. La seguridad bañaba las olas de la segura y pacifica mar. Y en la noche... la luna liberaba cada uno de los sueños. Y en esta paz, el sonido de los pasos volvió a cortar el silencio.

Era imposible ver nada en aquella cueva, pero era inevitable saber, que alguien, o algo; caminaba por el interior de ella. ¿De donde venía este ser? Estos pasos procedían del interior hacía el exterior. El silencio se hizo presente otros instantes, hasta que de nuevo, el sonido de los pasos volvió a proseguir, pero esta vez solo era un único pasó hacía enfrente.

Los minutos pasaban... y las horas... y al cabo de tres días volvió a sonar otro paso. Con el mismo intervalo temporal, solo un paso, cada tres días. De esta forma pasaron los días, las semanas... los meses. Nadie aparecía entre la densa niebla que vomitaba la cueva, pero cada vez, los sonidos de los pasos eran mas claro y con mas presencia... ¡se acercaba a la superficie!

Un día, el cielo fue cubierto por densas nubes, el sol fue secuestrado entre ellas y con un par de truenos, el mundo gruñía. Las lágrimas del cielo, descendieron despacio, con calma. Cada nube, era la materialización de sus dudas, de su aporia frente a la vida, frente a las adversidades. Cada trueno, era la rabia de la frustración, de la ira de los golpes recibidos y cada gota del cielo, eran las lágrimas de la impotencia, del dolor mas profundo y penetrante, como mil espadas cortando la piel.

Los días pasaban, y la lluvia se hizo mas notoria, mas fuerte, llegando hasta los extremos, de crear un diluvio. Los truenos sonaban con fuerza, como martillos atronadores que descendían con todo su odio. Este mundo se empezaba a quebrar... el fin de su existencia había llegado, y la depresión mas profunda, bañaba su alma. El fin había llegado...

Entre la densa niebla una mano envuelta en vendas surgió. Agarrándose a las piedras del lateral de la entrada de la cueva. Estas vendas estaban ensangrentadas y muy lentamente, fue surgiendo entre las sombras. Todo su cuerpo estaba cubierto por estas vendas, que poseían escritos en latín. Solo su ojo izquierdo y su rojizo pelo, no estaban cubiertos por estas vendas. Sobre sus hombros caía una desarrapada gabardina negra, que parecía poseer una textura que le daba vida. Parecía como si en vez de tela, estuviera hecha por llamas negras.

Como pudo, se puso en píe. Observando aquello que estaba mas haya del mundo que contemplaban sus ojos. Con un mirada penetrante, repleta de respeto y sabiduría alzó su mano derecha con fuerza, haciendo que los truenos, la lluvia y el agresivo viento se detuvieran solo donde es estaba. Con rabia miro al cielo y gritó.

" ¡ Deja de huir, busca con ingenio nuevas formas de superar aquello que te atormenta y planta le cara, soy tus lagrimas, tu dolor, tus heridas... soy tus alegrías, soy tu esfuerzo y superación. Nazco de la raíz de tu alma, yo soy tu... y no estarás solo... Yo soy, tu Daimon. Es hora de levantarse y luchar ! ".

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